sábado, 4 de diciembre de 2010

La herencia de Lost

Al final, Fringe me ha cautivado. La serie del creador de Lost ha aprendido de los fallos de su antecesora. El sello de Abrams está presente en esta producción, ya sea desde el compás musical con esas subidas de ritmo al final de una escena de tensión hasta el uso de los límites de la ciencia como detonante argumental. Hasta el piloto empieza con un accidente aéreo...

Y parece que han tomado nota de la lección de Lost. Uno de los grandes errores de su padrina: la esencia de la serie consistía en formular preguntas sin respuesta. No haré una lista de los cabos que quedaron sueltos. Hay quienes defienden que consigue resolver las dudas. Si a alguien le preguntas qué hora es y te responde con lo que ha comido no explica nada, aunque sea una contestación.

Pero no hablaré más de Lost, ya ha tenido suficiente protagonismo. Fringe sigue los pasos de su antecesora utilizando la ciencia como fórmula, pero con una diferencia fundamental. Las preguntas que se plantean apuntan a una dirección. Desde el primer momento se sabe que hay alguien detrás de todo; una especie de organización con tecnología muy avanzada que utiliza al mundo como conejillo de indias.


Aunque su estructura es radicalmente distinta. Fringe es un procedimental (sus capítulos son autoconclusivos). Sin embargo, en cada uno de ellos subyacen los enigmas que dan sentido a toda la temporada. Un guion bastante logrado que juega con distintas tramas para atrapar al espectador.

Cabe destacar uno de sus puntos fuertes: el papel que juegan los protagonistas en toda la historia. Aparte del buen elenco de actores (donde destaca un magnífico John Noble como Walter Bishop), la ambigüedad del guion impregna a los propios personajes. Un magnífico quién es quién, con figuras tan cabalísticas como El observador, las respuestas que se esconden en el subconsciente de Bishop, el pasado de Peter o los sucesos aparentemente paranormales de Olivia. Entre todos ellos se teje una red que refleja algunos de los problemas cotidianos: conflictos paterno-filiales, amores frustrados, desencanto con el pasado, etc. Y el perfil psicológico de los personajes carece de simplismos. A medida que avanza la serie, abandona algunos tópicos y se hace consistente, sin dejar a un lado la profundidad.

Las pegas: un piloto demasiado largo y los primeros capítulos carecen de la chispa necesaria para atrapar al espectador. Pero créanme, hagan el esfuerzo y verán que no les defrauda. De momento, el trío de investigadores ha cumplido las expectativas. Aquí les dejo una promo. Por si alguien quiere ponerse al día, la serie ya va por la tercera temporada.